Ahí va el menú de una cena percutiva:
Quiche + tarta de queso
Tortilla de toma pan y moja + postre sorpresa + impro
Ensaladilla rusa + Ensaladilla murciana
Hojaldres de tomate, mozarella y bacon + un bizcocho de chocolate
Fruta irresistible + pastelillo de estampar
Tortilla de champiñones con jamón
Ensalada de pasta
Ensaladilla rusa + carne tipo pechugas empanadas o algo así
Tortilla
Tortilla de papas + chuminada comestible
Huevos rellenos + tapita minimalista
Empanadas de jamón y queso exitosas
Paninis (al montón)
Se hace la boca agua ¿no?
Dudo que consigamos comerlo todo...
viernes, 30 de octubre de 2009
jueves, 29 de octubre de 2009
En la cartuchera
No pretendo colorear de rojo el fondo del blog, pero sí tengo un par de artículos en la cartuchera, a ver si encuentro esa horita de inspiración para poder atraparlos antes de que se evaporen como pompas de jabón.
Amenazan ser sesudos
Amenazan ser sesudos
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Dulce compañía
En estas cada vez mas largas tardes de otoño, su voz y su guitarra me acompañan con frecuencia.
Annie B. Sweet
Habrá quien piense que incluso suene un poco cursi. Para algunos será un defecto. Para otras una virtud.
Annie B. Sweet
Habrá quien piense que incluso suene un poco cursi. Para algunos será un defecto. Para otras una virtud.
martes, 27 de octubre de 2009
Manchado de rojo
Hoy hace un día precioso, un cielo limpio, azul brillante, una suave brisa, uno de esos días que invita a vivir y al optimismo.
He salido de mi despacho acristalado. Cuando he vuelto, en el suelo delante de mi silla, un petirrojo, frágil, mínimo, con su pecho iluminado de anaranjado, su pico de aguja, sus patitas milimétricas, sobre una pequeña mancha de sangre, su tacto suave y aún caliente.
En el día más hermoso se puede esconder una invisible pared de cristal contra la que morir, de repente y sin avisar.
He salido de mi despacho acristalado. Cuando he vuelto, en el suelo delante de mi silla, un petirrojo, frágil, mínimo, con su pecho iluminado de anaranjado, su pico de aguja, sus patitas milimétricas, sobre una pequeña mancha de sangre, su tacto suave y aún caliente.
En el día más hermoso se puede esconder una invisible pared de cristal contra la que morir, de repente y sin avisar.
lunes, 26 de octubre de 2009
Fin de semana completo
Estuvimos la pequeña y yo pateando los caminos de nuestra sierra favorita, no encontramos la cueva pero nos comimos una manzana bajo una carrasca que hizo las veces, emboscados como jabalíes de miradas indiscretas. El cielo de un azul rotundo e inmenso se nos antojó lienzo de cuadro.
Tuve tarde que se convirtió en noche de tocar, mercenarios a sueldo de un ballet, figurantes sin cenar que, como de costumbre, nos volvimos a dejar las manos y el sudor, la alegría y la sangre, en hacer que los demás vibrasen a nuestro paso. Como resarcimiento de la ingrata espera y de la exigua recompensa, nos prodigamos unas pizzas y unas risas de madrugada.
Al día siguiente reproches y lloros, ella se siente infravalorada por que yo me vaya en una semana a cenar y a bailar. Ultimamente no hago una a derechas, cuando hago porque hago, cuando no porque no. Se empieza a afianzar la sospecha de que sostener el valor que uno mismo se da en función de lo que los demás hacemos o no, no es sano, aunque funciona como mecanismo de apropiación del otro. Total, que la cena queda condicionada y, al menos, conseguimos llegar a la playa, donde todavía este verano que no se quiere largar nos permite un baño a la pequeña temeraria y a este confuso pescaíto.
Por la tarde, junto a los velados reproches de mi señora madre (comienza a ser certeza la idea de que los hombres hemos perdido algo y no sabemos muy bien el qué), un cumpleaños de parque de bolas, estupefacto espectador (uno de tantos maridos callados) de como estos padres que tanto nos quejamos de las generaciones venideras nos esforzamos en hacer creer a nuestros pequeños vástagos que a los cuatro años ya son reyes, que viven en la abundancia, que no hay mas límite que la tarjeta de crédito. Uno recuerda cuando en un cumpleaños solo le regalaban sus padres y era tan feliz. Y se siente muy solo cuando mira y ve lo que hay alrededor...
Y para acabar, un mutilado paseo por la realidad virtual, que curiosamente se hace de faltar, quizas descanso de esta sobredosis de realidad real, una charla intrascendente y a dormir como cenicienta.
Un fin de semana muy completo. Con una hora de mas, de hecho.
Tuve tarde que se convirtió en noche de tocar, mercenarios a sueldo de un ballet, figurantes sin cenar que, como de costumbre, nos volvimos a dejar las manos y el sudor, la alegría y la sangre, en hacer que los demás vibrasen a nuestro paso. Como resarcimiento de la ingrata espera y de la exigua recompensa, nos prodigamos unas pizzas y unas risas de madrugada.
Al día siguiente reproches y lloros, ella se siente infravalorada por que yo me vaya en una semana a cenar y a bailar. Ultimamente no hago una a derechas, cuando hago porque hago, cuando no porque no. Se empieza a afianzar la sospecha de que sostener el valor que uno mismo se da en función de lo que los demás hacemos o no, no es sano, aunque funciona como mecanismo de apropiación del otro. Total, que la cena queda condicionada y, al menos, conseguimos llegar a la playa, donde todavía este verano que no se quiere largar nos permite un baño a la pequeña temeraria y a este confuso pescaíto.
Por la tarde, junto a los velados reproches de mi señora madre (comienza a ser certeza la idea de que los hombres hemos perdido algo y no sabemos muy bien el qué), un cumpleaños de parque de bolas, estupefacto espectador (uno de tantos maridos callados) de como estos padres que tanto nos quejamos de las generaciones venideras nos esforzamos en hacer creer a nuestros pequeños vástagos que a los cuatro años ya son reyes, que viven en la abundancia, que no hay mas límite que la tarjeta de crédito. Uno recuerda cuando en un cumpleaños solo le regalaban sus padres y era tan feliz. Y se siente muy solo cuando mira y ve lo que hay alrededor...
Y para acabar, un mutilado paseo por la realidad virtual, que curiosamente se hace de faltar, quizas descanso de esta sobredosis de realidad real, una charla intrascendente y a dormir como cenicienta.
Un fin de semana muy completo. Con una hora de mas, de hecho.
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jueves, 22 de octubre de 2009
Al ir al cole
- Papi, esta música es como si la cantara el viento, ¿verdad?
- Si cariño
- ¡Mira papi, los árboles están bailando la música del viento!
- Claro que si, cielo, mira como bailan...
- Si cariño
- ¡Mira papi, los árboles están bailando la música del viento!
- Claro que si, cielo, mira como bailan...
miércoles, 21 de octubre de 2009
Afer Ventus
A mi alrededor
sopla palabras incomprensibles
murmullos lejanos
suspiros de deseo
aullidos ahogados
me revuelve y zarandea
pañuelo azul tintado
bandera del desierto
que hasta aquí llega
como antaño fué
ese viento compañero
caricia helada y cruel
heraldo de invierno
que al tiempo hiere y cura
hoy me hablas de nuevo
¿eres el mismo
que en el descampado abandonado
me invitabas a contar estrellas
a soñar libertades?
¿te acuerdas de mí, viento
que abría los brazos
para entregarme rendido
a tu furia y a tu risa?
Quizas el mismo, si
pero con mas polvo en los zapatos
sopla palabras incomprensibles
murmullos lejanos
suspiros de deseo
aullidos ahogados
me revuelve y zarandea
pañuelo azul tintado
bandera del desierto
que hasta aquí llega
como antaño fué
ese viento compañero
caricia helada y cruel
heraldo de invierno
que al tiempo hiere y cura
hoy me hablas de nuevo
¿eres el mismo
que en el descampado abandonado
me invitabas a contar estrellas
a soñar libertades?
¿te acuerdas de mí, viento
que abría los brazos
para entregarme rendido
a tu furia y a tu risa?
Quizas el mismo, si
pero con mas polvo en los zapatos
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viernes, 16 de octubre de 2009
Sinsentido
Arreglo ordenadores
Vendo coches
Transporto leche
Enseño a niños
Atiendo llamadas
Hago chorizos
Fabrico botijos
Escribo libros
Programo páginas
....
Controlo que la gente haga lo que tiene que hacer mediante impresos de verificación
Cuando tu trabajo no se puede explicar en frases de dos o tres palabras, es mejor cambiar de trabajo antes de que el absurdo te alcance a ti mismo también.
Vendo coches
Transporto leche
Enseño a niños
Atiendo llamadas
Hago chorizos
Fabrico botijos
Escribo libros
Programo páginas
....
Controlo que la gente haga lo que tiene que hacer mediante impresos de verificación
Cuando tu trabajo no se puede explicar en frases de dos o tres palabras, es mejor cambiar de trabajo antes de que el absurdo te alcance a ti mismo también.
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jueves, 15 de octubre de 2009
martes, 13 de octubre de 2009
Paraíso de cuatro días
Un verano octubroso, o un octubre veraniego, ha sido la ocasión ideal para redescubrir un paraíso inmediato, casi aquí al lado de casa. Es impresionante que aún hoy, pese a los chalets que se encaraman con avaricia y los emisarios que desembocan su fétido caudal, haya un rincón tal, en el cual el sol te acaricia, el agua te transporta, fresca y zalamera, verde cristal de alga y arena, sumergidos como si nacieramos, aprendiendo a nadar, sin mas equipaje en la orilla que la ropa puesta y una toalla de emergencia.
Es cuanto menos un pequeño tesoro a rescatar hoy que el cielo vuelve a ser gris, el baño de ayer, después de sudar la música al sol, ese inmediato chapuzón en este mar viejo, refresco del cuerpo y del espíritu. Es tan liberador ser uno mas con esos pececillos a los que una muchacha sin nombre te enseñó a dar de comer en la mano, ser sobre la piedra vecino de los cangrejos, buscar el brillo del sol bajo la superficie salada...
Hoy ya estamos de nuevo entre mis cuatro paredes de cristal.
Pero ayer durante un momento estuvimos desnudos, mojados y libres.
Es cuanto menos un pequeño tesoro a rescatar hoy que el cielo vuelve a ser gris, el baño de ayer, después de sudar la música al sol, ese inmediato chapuzón en este mar viejo, refresco del cuerpo y del espíritu. Es tan liberador ser uno mas con esos pececillos a los que una muchacha sin nombre te enseñó a dar de comer en la mano, ser sobre la piedra vecino de los cangrejos, buscar el brillo del sol bajo la superficie salada...
Hoy ya estamos de nuevo entre mis cuatro paredes de cristal.
Pero ayer durante un momento estuvimos desnudos, mojados y libres.
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Quizás, quizás, quizás...
Quizás me quedaba por aprender el tomar decisiones por mi mismo
Quizás intente mantener todo ordenado, sin hacer daño a nadie ni romper un plato
Quizás esa actitud sea mi propia prisión, mi cadena y mi refugio a asumir quien soy y como soy
Quizás para hacer la tortilla haya que romper los huevos
Quizás la virtud está en el equilibrio
Quizás la vida hay que tomarla como llega, como un beso inesperado
Quizás seamos una música que precisa de orden para ser armónica, y de caos para ser genial
Quizás sea cuestión de afrontar miedos
Quizás sea tan evidente y fácil como le pareció a esa desconocida desnuda: cambia de trabajo
Quizás intente mantener todo ordenado, sin hacer daño a nadie ni romper un plato
Quizás esa actitud sea mi propia prisión, mi cadena y mi refugio a asumir quien soy y como soy
Quizás para hacer la tortilla haya que romper los huevos
Quizás la virtud está en el equilibrio
Quizás la vida hay que tomarla como llega, como un beso inesperado
Quizás seamos una música que precisa de orden para ser armónica, y de caos para ser genial
Quizás sea cuestión de afrontar miedos
Quizás sea tan evidente y fácil como le pareció a esa desconocida desnuda: cambia de trabajo
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jueves, 8 de octubre de 2009
Su nombre es Soledad
Hoy hice un gran esfuerzo para llegar a verte al hospital. Aparte de decirme que estabas bien, me asaltaste a cosas que debía hacer, tramites que en mi somnolienta mañana, urgido por la hora de entrar a trabajar que ya sabía no cumpliría, ni se me ocurría soñar que existian.
Hoy estuve todo el día con una muchacha que sueña con que acaben su casa para fundar un matrimonio. En muchas ocasiones, cuando no se hablaba de trabajo, la conversación se acababa, via muerta, extraños sentados a una misma mesa compartiendo ensalada.
Hoy mi hija me pedía trucos de magia, me exigía abrazos, presencia, permanencia. Mientras yo le metía prisa.
Hoy ella me había guardado un sitio a su lado, una sonrisa y un par de abrazos, que no se muy bien por qué me salieron rápidos, de trámite. Me dolió de nuevo su próxima ausencia, envidia del marinero, espina de higo chumbo. Y se me clava la promesa de la cita, puede que hambre de las migas de lo que quisiera.
Hoy mi amiga juega a ser Gulliver, absorta en la belleza de la entelequia. No la culpo, es siempre mejor que escuchar ladridos a estas horas de café. Buscando su palabra, me encuentro un silencio, quien sabe si suyo. En cualquier caso, yo juraría lo mismo
Hoy mi amante permaneció guardada, mi mano añora su piel seca y su voz de trueno.
Hoy, cuando no queda nada mas ni mejor, me recito a mi mismo.
Y entonces reconozco su nombre
Hoy estuve todo el día con una muchacha que sueña con que acaben su casa para fundar un matrimonio. En muchas ocasiones, cuando no se hablaba de trabajo, la conversación se acababa, via muerta, extraños sentados a una misma mesa compartiendo ensalada.
Hoy mi hija me pedía trucos de magia, me exigía abrazos, presencia, permanencia. Mientras yo le metía prisa.
Hoy ella me había guardado un sitio a su lado, una sonrisa y un par de abrazos, que no se muy bien por qué me salieron rápidos, de trámite. Me dolió de nuevo su próxima ausencia, envidia del marinero, espina de higo chumbo. Y se me clava la promesa de la cita, puede que hambre de las migas de lo que quisiera.
Hoy mi amiga juega a ser Gulliver, absorta en la belleza de la entelequia. No la culpo, es siempre mejor que escuchar ladridos a estas horas de café. Buscando su palabra, me encuentro un silencio, quien sabe si suyo. En cualquier caso, yo juraría lo mismo
Hoy mi amante permaneció guardada, mi mano añora su piel seca y su voz de trueno.
Hoy, cuando no queda nada mas ni mejor, me recito a mi mismo.
Y entonces reconozco su nombre
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viernes, 2 de octubre de 2009
jueves, 1 de octubre de 2009
Mientras corremos
Maldije la velocidad cuando desde la ventanilla vislumbré una bandada de garzas, blancas como jirones de lienzo lavado, revoloteando nerviosas. Maldije el acelerador cuando entreví, por el rabillo del ojo una sombra en el suelo, silueta quizás de la rapaz culpable de semejante, nunca mejor dicho revuelo. Maldije la prisa al dejar atrás la escena sin saber que pasaba, eterno cotilla de los cotidianos tránsitos del cielo.
Para el que mira, siempre están ahí
Para el que mira, siempre están ahí
Ingenuidad
Ahora queda comprobar si los actos se corresponden con las palabras. Quizás así debiera ser, quizas eso quisiera creer. Quizas ese es el valor que yo les doy a las mias, riendas que me obligan a, aún tarde, hacer lo que dije.
Quizas debiera hablar poco, escribir menos, y hacer más.
Quizas debiera hablar poco, escribir menos, y hacer más.
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