Anoche llegué borracho, embriagado de ritmo y sudor. Con el corazón hendido por el retumbar de mil tambores, el cuerpo aún ardiente y mojado, escribiendo palabras arrebatadas a la medianoche, derrochando lirismo abandonado y loco.
Esta mañana releo mis palabras y me llevo las manos a la cabeza. Esto debe ser algo como la resaca...
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