lunes, 17 de agosto de 2009

Bad for working

Con todo lo que pasa a mi alrededor y dentro, como puede uno siquiera hacerse cargo de todo lo que tiene por hacer en las ocho horas que me restan.

Tengo una pregunta clavada, lanzada como un dardo certero ¿por qué no lo hiciste? Y me lo pregunto de nuevo, sabiendo que quizas no tenga jamás de nuevo la oportunidad de hacerlo, sin saber si de tenerla lo haré, con el miedo de las consecuencias que pueda traer. Como en una ruleta, el pedir mas puede ser perderlo todo.

Me pregunto si es capricho o necesidad, si tan solo tengo el derecho, si no es mejor dejar la emociones correr, si estas no nos llevan más que a callejones oscuros donde finalmente nos haremos todos mas daño. Me pregunto si hay una manera de ser consecuente sin quebrar mi idea de lo que no está bien. Si se puede saborear la vida evitando las espinas.

No sé por qué, pero algo me dice que no, que viene todo junto, que, pese a la belleza del paisaje, tu decides si te metes por el camino embarrado.

Y mientras me pregunto si ya voló la oportunidad, la añoranza se hace dura y pesada. ¡Que lentas pasan las horas!

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